De pronto observó que estaba llorando, sin saber cuándo habían empezado a brotar las lágrimas. Las manos de Thorne encontraron sus codos, con ternura y suavidad. Esperó que la tomara entre sus brazos y la estrechara contra su pecho cálido y seguro. Anhelaba que lo hiciera.
Pero en lugar de eso, él la sacudió. Fuerte.
—¡Basta!
Cress se sobresaltó.
—¿Cuál es la principal causa de muerte en el desierto?
Ella parpadeó, y otra lágrima tibia resbaló por su mejilla.
—¿Qué?
—La primera causa de muerte en el desierto. ¿Cuál es?
—¿Des… deshidratación? —preguntó ella, recordando la lección de supervivencia básica que él le había dado mientras llenaban sus botellas de agua.
—¿Y qué hace el llanto?
—¿Deshidrata? —preguntó después de unos instantes.