La revuelta de Spinoza (1632–1677) se condensa en la Ética, un libro considerado difícil y abstracto, pero que en realidad cuenta la historia de un ignorante que accede a la felicidad. En su camino, descubre que el amor y el odio también son objetos de la geometría; que el alma es eterna, pero desde un punto de vista absolutamente racional y actual; y que dios no es otra cosa que la Naturaleza. Cuando le preguntaron a Spinoza si conocía a Dios con la misma claridad que conocía un triángulo, su respuesta no fue ni larga ni compleja. Dijo que sí. En el fondo, la Ética es un manual de instrucciones. No dice lo que la vida debe ser, sino lo que es y para qué puede servir. Algunos creyeron que conducía a la catástrofe; otros, a la salvación. Pero seamos honestos: ¿quién quiere, hoy, permanecer en el justo medio?