El 15 de septiembre de 1492, a los cuarenta y cuatro días de zarpar de Palos de la Frontera, por la noche se vio caer del cielo un maravilloso ramo de fuego en la mar, lejos 4 ó 5 leguas de la nao Santa María y de las carabelas La Pinta y La Niña.
Veintisiete días después, a las diez de la noche, otro fenómeno luminoso –también de origen celeste-, observado desde la nave capitana, parecía indicar que la expedición marítima allende el Atlántico había llegado a la avanzada insular de las Indias occidentales: Era como una candelilla de cera que se alzaba y levantaba.
Así, con los auspicios de aquellas luces flamígeras anunciando y desvelando la existencia de un vasto continente, daba comienzo, bajo el mando del almirante Cristóbal Colón, la más extraordinaria aventura hasta entonces jamás vivida por España. Aventura que se prolongó por más de tres siglos y se vio salpicada de acontecimientos donde se intuye que poderes invisibles, enfrentando a sus respectivos ejércitos humanos, se disputaron la hegemonía en territorios hasta entonces ocultados por ancestrales leyendas.
