es
Pedro Lemebel

Tengo miedo torero

Notify me when the book’s added
To read this book, upload an EPUB or FB2 file to Bookmate. How do I upload a book?
  • Daniel Chazarihas quoted2 years ago
    Cuando se juega al amor, siempre existe el riesgo de equivocarse, siguió recitando como sonámbula, sobre todo cuando hay muchos que no saben jugar
  • Danmghas quoted4 years ago
    Sería más fácil partir, dejando quizás un pequeño charco de llanto, una mínima poza de aguada tristeza que ninguna CNI pudiera identificar. Porque las lágrimas de las locas no tenían identificación, ni color, ni sabor, ni regaban ningún jardín de ilusiones. Las lágrimas de una loca huacha como ella, nunca verían la luz, nunca serían mundos húmedos que recogieran pañuelos secantes de páginas literarias. Las lágrimas de las locas siempre parecían fingidas, lágrimas de utilería, llanto de payasos, lágrimas crespas, actuadas por la cosmética de la chiflada emoción.
  • Micahas quoted6 months ago
    ¡Ufff!, baby, por fin llegamos.
  • Anahas quoted2 years ago
    Mi loca, pensó. Mi inevitable loca, mi inolvidable loca. Mi imposible loca, afirmó leve mirando el perfil hermosamente verde azulado por un reflejo de pleamar.
  • Anahas quoted2 years ago
    ra lo enfrentaba sonriendo, desabotonándose la guerrera, desnudándose un pecho forrado en un negro sostén de encaje para recibir la medalla.
  • Anahas quoted2 years ago
    ¿Cómo se mira algo que nunca más se va a ver? ¿Cómo se puede olvidar aquello que nunca se ha tenido?
  • Anahas quoted2 years ago
    ¿Tienes miedo torero?
  • Anahas quoted2 years ago
    Frente Patriótico Manuel Rodríguez
  • Anahas quoted2 years ago
    El único que faltaba era el poeta Raúl Zurita que, sin ningún reparo, había rechazado el premio. Mejor que no esté aquí ese comunista de mierda que se cree Neruda. ¿A quién se le habrá ocurrido nombrarlo? Lo único que faltaba: yo condecorando a un marxista.
  • Anahas quoted2 years ago
    ¿Qué se creían ese Allende y sus secuaces, que a él le iba a temblar la mano para iniciar el asalto? ¿Qué pensaban esos marxistas, que el Ejército se iba a quedar de brazos cruzados viendo cómo transformaban el país en una fonda de patipelados revoltosos? Por suerte Dios y la Virgen del Carmen habían apoyado su histórico gesto, y ahora Chile era una nación ordenada y fértil como lo mostraba el paisaje florido que pasaba por la ventana del auto.
fb2epub
Drag & drop your files (not more than 5 at once)