—Eres mía, Emma. —Su voz suena baja y ronca, imbuida con una certeza inquebrantable—. Y esto, tú y yo, está sucediendo. Puedes luchar contra ello todo lo que quieras, pero al final, te rendirás. Porque tú también lo sientes, esta atracción entre nosotros... esta compulsión. No importa lo diferentes que creas que somos ni cuánto te asuste esto. Esta realidad sigue existiendo, y resistirte solo la hará más fuerte. —Sus labios se tuercen—. Créeme, lo sé.