—Hay muchos, y siempre están luchando entre sí, forjando unas alianzas que duran una semana, un día, una hora, pues nada más sellarlas se apresuran a apuñalarse unos a otros por la espalda. Cuando cae un Emperador, surge otro y luego otro y otro, y, entretanto, en los márgenes de la sociedad, los desesperados, los desposeídos, hurgan entre la basura o se dedican al pillaje o al asesinato. Las ciudades menguan, las grandes obras del pasado se convierten en ruinas, las cosechas no se recogen y la gente pasa hambre. Derramamiento de sangre y traiciones, así ha sido desde hace cientos de años. Las raíces de las rivalidades son tan profundas, tan enmarañadas, que ya casi nadie sabe quién es enemigo de quién ni por qué. Ya no se necesitan razones.