Es vana la leyenda según la cual, antaño,
en el planto por Linos, la primigenia música
penetró hasta las rígidas esferas,
y entonces, en los ámbitos atónitos,
(que un efebo, un doncel casi divino,
abandonó de pronto y para siempre),
el vacío inició su vibración… —la misma
que aún nos arrebata, consuela y corrobora?