Clara y confusa

estos cinco años Clara no supo dónde poner ese solo tenedor y lo mantuvo a la espera. La compasión por mí y por mis pensamientos conservadores, que veo al fondo de sus ojos, hace añicos las variaciones que inventé para explicar sus restricciones

El éxito de la intervención dependía de que se mantuviera abierto. El problema era que naturalmente tendía a cerrarse. A pesar de las infecciones, la incomodidad, el dolor, su edad avanzada, Ovidio insistía en que la esperanza del gremio dependía de mantener abierto ese agujero, aunque adentro anidara un fantasma.

arte que se pone en lugar de la vida no es arte –digo.

–¿Qué es el arte? –gritan los jóvenes a coro.

–Si fuera así, ¿qué pasaría con la gente común? ¿También a nosotros el dolor nos convertiría en artistas? –les pregunto.

Alrededor de los puestos de los artesanos ni un solo árbol ofrece su sombra. El arte popular empalidece al sol.

podía creer que hubiese comenzado a separarse de mí al día siguiente de conocernos. Y sí, me mantuvo a su lado hasta que la separación de la obra concluyó con la nuestra.

una suerte que la obra del comedor no estuviese terminada. La verdadera obra, según Clara me contó en la cocina, iba a ser un video editado de las horas de grabación, primero en el taller y luego en el comedor. Ella y yo quedamos como únicos testigos de la obra real.

impostor devino en héroe –me burlo.

Esto ya es mucho. Ni son, ni se hacen, ni creen en el gremio, ni son ateos. Están dispuestos a cualquier cosa con tal de acomodar las piezas y que todo siga igual.

Tres años después Ovidio está muerto. Lísbert con Ventura, y a mí me lleva la corriente.

cuenta en las islas Caimán y ambos tienen a la Walas como amiga? ¿Y si Del Caño es un genio oculto de las matemáticas, el gremio, una tradición y Lísbert quiere protegerme de un exceso de crítica que no me deja vivir a mí y a las personas que intentan amarme, como Clara y los plomeros, que me pidieron encabezar el desfile y a los que desilusioné?