Brothersong. La canción de los hermanos

Pensé que eso significaba ser hijo: creer en alguien con tanta fuerza que no ves sus fallas hasta el día en que son visibles.

Una vez me dijo que las decisiones difíciles debían tomarse con la cabeza fría. Era la única manera de asegurarse de que fueran las correctas.

–No –ladré–. No, no, no. –Mi padre retrocedió lentamente y me llevé a mi hermano.

–Ey, Joe, mira a los pájaros –dije.

–Ey, Joe, mira ese insecto –dije.

–Ey, Joe, ¿tienes hambre? –dije.

–Ey, Joe, ¿quieres oír un chiste? –dije.

–Ey, Joe, por favor, ¿podrías decir mi nombre? –dije.

Pero Joe nunca habló.

No puedes formar rojo sin naranja. ¿Lo entienden?

–Y pienso en él todo el tiempo –le expliqué–. Cuando estoy triste o enojado, pienso en él y me siento mejor. Eso es lo que hacen los lazos, ¿no? Te hacen feliz. Kelly me hace feliz.

—¿Por qué lo preguntas?

—Te quiero —le dije—. Eres mi lazo.

—Sé que lo soy. —Sonrió—. Eres mi hermano mayor. No hay nadie como tú en todo el mundo. —

Me estaba quedando dormido cuando Kelly dijo:

—Siempre serás tú.

Mantuve los ojos abiertos todo el tiempo que pude porque papá estaba con mamá y Kelly necesitaba que lo protegiera. No era un Alfa, pero podía pretender serlo.

Estaba equivocada porque si alguien llamaba “estúpido” a Kelly, definitivamente lo golpearía. Lo haría con toda la fuerza que pudiera.

—Kelly —dije por primera vez.

—Tu hermano.

—Kelly, Kelly, Kelly.

Me miró. Se estiró hacia mí.

—Mío —susurré.