Cuando éstos estaban dando culto al Señor y ayunando, el Espíritu Santo les dijo:
—¡Venga! Consagradme a Bernabé y a Saulo para que cumplan su vocación en la tarea especial que les tengo asignada.
Después de orar y ayunar, les impusieron las manos y los despidieron.
La Iglesia Cristiana ya estaba posicionada para tomar la salida. Los cristianos habían decidido, bien a sabiendas, llevar el Evangelio a todo el mundo. Habían tomado esa decisión bajo la dirección del Espíritu Santo