Me dijo que debía tener mucho cuidado porque, a pesar de que la vida fluía aparentemente como un río, desde las montañas hasta el mar, al mismo tiempo también fluía en sentido contrario, remontando hacia sus fuentes. Así pues, razonar sobre antes y después es ilusorio, o como mínimo menos reductivo, porque, si bien de forma oculta, el después siempre precede al antes, al que dócilmente sigue. Se trata de un único movimiento, dijo.