bookmate game
Juan Gómez Bárcena

Los que duermen

Notify me when the book’s added
To read this book, upload an EPUB or FB2 file to Bookmate. How do I upload a book?
  • Rafael Ramoshas quoted11 days ago
    Vio la noche.
    Vio decenas de mosaicos negros. Vio millares de teselas de diorita y de basalto y de azabache, representando la misma noche negra y eterna; el fin oscuro de los tiempos que era, o había sido, o sería también el principio de todo.
  • Rafael Ramoshas quoted23 days ago
    Mira fijamente al horizonte que ya recorrió una vez, como si el comercio o la venta no fueran su trabajo.

    El comprador prende la yesca que lleva en sus alforjas y al aplicar la llama al aceite encuentra que arde mal. Prueba una segunda y tercera vez, y la nafta no da más que humo y una maloliente combustión negra. Entonces se pone en pie, arroja las muestras de aceite y clama horribles juramentos contra el mercader, contra los dioses y contra los falsificadores de betunes que día a día infestan el Helesponto con sus inmundicias.

    El mercader lo escucha en silencio, sin apartar la vista de las ruinas de aquella ciudad junto a la cual él también debía haber muerto. Se sabe un pésimo mercader de betunes; se sabe incluso el más mediocre de todos los hombres. Pero, al fin y al cabo, acaba de cumplir setenta y dos años y, agradecido a los dioses, alza la vista al cielo y sonríe.
  • Rafael Ramoshas quoted24 days ago
    Pero algo le dice que se equivocaba aquella noche que abandonó el campamento aqueo —porque no había paz en los ojos de sus enemigos muertos, pero habría paz en los suyos; porque los corderos no gustan de ser degollados en las aras sagradas, pero está en la naturaleza de los corderos derramar su sangre ante Ares—. Caminó en la dirección equivocada, se dice, y cuarenta años más tarde cabalga hacia el Destino al que nunca debió volver la espalda.
  • Rafael Ramoshas quoted24 days ago
    Se obstina en comprar a un mercader una lanza vieja que maneja con dificultad y cuyo peso lo vence y le hace caer de espaldas. Pilos corre a socorrerlo alarmado por el ruido, y le grita padre, es que se creyó usted un guerrero aqueo. Y Aquiles guarda silencio; ese silencio con que callan los dioses cuando nos envían sueños que nunca han de cumplirse.
  • Rafael Ramoshas quoted24 days ago
    El fin se acerca. Le llega ese punto de la vida en que ya todo está hecho —la mujer, estéril; los hijos, crecidos y fuertes, arando la tierra o preparando betunes para mujeres que algún día serán estériles e hijos que ararán la tierra—. La casa se vuelve fría incluso en verano y sólo le queda sentarse en el patio de arena —su esposa hila junto al hogar— y tomar ese sol mustio que ya no calienta. La muerte le llegará pronto y, por primera vez, sabe que esa muerte no estará hecha de hierro; y, también por vez primera, lamenta haber cambiado su muerte de bronce y gloria por esta otra muerte anónima, que jamás cantará un aedo ni hará vibrar de emoción a un guerrero. Clama al cielo, a los dioses, pero los dioses han decidido no castigarlo con aquel sueño que era su secreta recompensa.
  • Rafael Ramoshas quoted24 days ago
    Pasa el tiempo, pero nunca aprende a mejorar la calidad de sus betunes y sus aceites. Los caravaneros le gritan que es el más mediocre de todos los mercaderes de betunes y Aquiles escucha sus imprecaciones con vergüenza. A menudo se le pasa por la cabeza la idea de regresar al campo de los aqueos para dar muerte a Héctor y sus huestes, pero el recuerdo de la flecha soñada lo contiene. Además, no es necesario hacer ningún movimiento: los dioses acabarán encontrándolo y lo obligarán a beber del cáliz de ese Destino cuyas últimas heces no ha querido apurar. Sabe que no podrá escapar de la muerte que le está deparada al pie de Troya —el oráculo la predijo y sus vaticinios nunca yerran—, pero los días van agotándose inofensivamente, sin que nada ocurra, y todos y cada uno de ellos son un regalo que Aquiles saborea
  • Rafael Ramoshas quoted24 days ago
    Morir es fácil, es natural, deseable, necesario, claman los dioses; pero los dioses son inmortales y la muerte es precisamente lo único que desconocen. Morir defendiendo el deber es bello, pero Aquiles ha empuñado las armas demasiadas veces y acabado con las vidas de hombres que merecían unos años más sobre la tierra. Él nunca construyó nada: se le adiestró para destruir en un instante lo que los demás construían con sus manos, en un esfuerzo que duraba la vida entera. La muerte es hermosa, se repite, pero sabe que en la mirada de sus enemigos nunca hay paz cuando mueren defendiendo lo que amaban. Y, sin embargo, tal vez su sacrificio sea necesario para que algún día un rapsoda cante verdades a las generaciones venideras; y, sin embargo, sacrificarse es absurdo, y para los corderos que se degüellan en los altares de guerra no es ningún consuelo hacer sonreír a Ares.
  • Rafael Ramoshas quoted2 months ago
    Eso es todo. El viaje ha terminado y, sin embargo, siento como si sólo ahora mi vida empezara. Durante algún tiempo, nadie dice nada. Es un tiempo que no sé medir, ni largo ni corto sino innecesario, tal y como es el tiempo de los dioses.
  • Rafael Ramoshas quoted2 months ago
    La vida es un río que a veces se detiene y es como si nosotros pudiéramos remar a contracorriente de ese río; desandar los días vividos
  • Rafael Ramoshas quoted2 months ago
    Todos los bosques son en todas partes el mismo bosque, dice la Diosa, y atravesar ese bosque significa recorrer el mundo entero. Nosotros caminamos bajo sus árboles con las teas encendidas, al paso de las vacas sagradas.

    Hace mucho tiempo que nos dirigimos al alba. Tanto que ya nunca pienso en cómo era mi vida antes y, cuando lo hago, es como si mis recuerdos pertenecieran a otra persona. Sólo sé que caminamos, que la marcha no se detiene nunca y que, en ocasiones, incluso eso parece también un sueño, y son los árboles y las colinas los que parecen venir a nosotros
fb2epub
Drag & drop your files (not more than 5 at once)