Víctimas de la moda

Antes de nosotros, las cosas no han impedido a los hombres pensar, vivir y amar.

La moda responde a esta grave preocupación de manera agradable: satisface al niño juguetón que hay en nosotros.

cambiar de rostro o de cuerpo para tener por fin el que se merece

En conclusión, tenemos tantas dificultades para cohabitar mucho tiempo con los mismos ídolos, como las que encontramos con las personas en nuestra vida cotidiana

La necesidad de moda se inscribe entre estos dos polos: la voluntad de ser uno mismo y el deseo de relacionarse con el otro

Detrás de nuestra admiración por la moda, encontramos el fervor suscitado por lo que poseemos de más querido: nosotros mismos

Jean-Claude Kaufmann tuvo ocasión de mostrar, en su estudio sobre los senos desnudos,198 hasta qué punto la playa podía ser normativa. Originalmente, el top-less era practicado en nombre de la íntima libertad de cada uno; sin embargo, una multitud de prohibiciones distingue a las “que pueden permitírselo” de las demás, que harían “mejor absteniéndose”.

Nuestros coetáneos no son más gregarios que sus antepasados. La época, en contraparitda, impone sus normas en el campo de la apariencia. De esta manera, la visión social nos incita a seguir la estrecha vía delimitada por las tendencias y los criterios del buen gusto. La belleza se ha convertido en un deber cultural, prácticamente, como ha expuesto Bruno Remaury

Los individuos no son tontos, saben perfectamente que la imitación está en el origen de muchas decisiones en materia indumentaria. Pero, en estos procesos miméticos, desean sentirse libres

El giro que supuso la Edad Media es de una importancia crucial para la historia de la moda. Es imposible imaginar la moda sin un individuo autónomo, que expresa sus esperanzas y deseos propios