En ¿qué he hecho? resuena también el tintineo del no hay vuelta atrás. Es la pregunta del hombre honrado que comete un crimen en un ataque de ira y que, después del acto, recuperada la lucidez, se interroga: ¿qué he hecho? Este hombre sabe lo que ha hecho. Pero su angustia, su horror, provienen principalmente de saber también que ya no puede deshacer, reparar lo que ha hecho. Al atribuirle esta consciencia trágica de lo indefectible, de lo irreparable, el pasado es lo que más inquieta al hombre. El miedo al mañana siempre conlleva, por ínfima que sea, aun cuando sepamos que tal vez y muy probablemente se vea defraudada, la esperanza de los posibles, de lo factible, de lo abierto, del milagro.