Más allá de sus motivos y de sus métodos, Rhysand me estaba manteniendo con vida. Y lo había hecho mucho antes de que yo llegara a Bajo la Montaña.
—Ya te he explicado demasiado —declaró mientras se ponía de pie—. Tal vez debería haberte drogado primero. Si fueras inteligente, encontrarías una forma de usar todo eso contra mí. Y si tuvieras mi estómago para la crueldad, irías a donde está Amarantha y le contarías la verdad sobre su puta. Tal vez ella te entregaría a Tamlin a cambio de esa información. —Se metió las manos en los bolsillos de sus pantalones negros, pero mientras se disolvía en las sombras, algo en la curva de sus hombros me obligó a hablar.
—Cuando me curaste el brazo… no tenías por qué negociar conmigo. Podrías haberme exigido todas las semanas del año. —Yo tenía el ceño fruncido cuando se dio la vuelta para mirarme, consumido a medias por la oscuridad—. Todas las semanas y yo habría dicho que sí. —No era una pregunta en realidad, pero necesitaba la respuesta.
Una media sonrisa apareció en sus labios sensuales.
—Lo sé —dijo, y desapareció.
🥺