un comentario algo mezquino, pero la situación llegó a tal punto que cuando los pacientes recibían el alta, antes de venir a darme las gracias a mí, que soy el director del hospital, iban a dárselas a Yuriko Himegusa y en el caso de los niños, incluso se echaban a llorar y no querían marcharse. «Quiero quedarme con Hime-chan»[7], decían, y no había manera de hacerles entrar en razón. El resto de los pacientes, tras ser dados de alta y abandonar el hospital, le enviaban largas, muy largas, cartas de agradecimiento. Hasta el punto de que mi hermana, que se encargaba del mostrador de recepción y cobros, se quedaba con la boca abierta comentando: «¿Pero habrá tantas cosas que escribir como para pagar un sello de doce sen?».