La cantidad de tiempo que la mayoría de la gente pasa sin estar presente es enorme. Más que eso, es una cantidad masiva de tiempo improductivo, inútil y desperdiciado. No es una exageración decir que muchas personas pasan la mayor parte del día en un estado de no presencia.
Perdemos el tiempo pensando en el pasado, normalmente en cosas deprimentes como pérdidas, relaciones fallidas u otras experiencias negativas. Reproducimos estas experiencias una y otra vez en nuestra cabeza, pensando que si hubiéramos hecho esto o dicho aquello las cosas habrían resultado diferentes. A menudo culpamos a los demás, pero más a menudo nos culpamos a nosotros mismos.
A menudo, estos recuerdos negativos van acompañados de emociones poco saludables como la amargura, el resentimiento y la culpa. Estas emociones, cuando se dejan cocer a fuego lento dentro de nosotros, pueden volverse literalmente tóxicas, afectando a nuestro bienestar físico y mental.