Tendrán que vigilarle. Quiero una vigilancia día y noche, a todas horas, sin descanso. Vuelvan aquí cuando se sepan hasta la talla de su zapato y hayan usado toda esa información para hacerle firmar con nosotros. Me da igual cómo lo hagan, pero no quiero que regresen a Madrid hasta que ese cabrón haya firmado. El futuro de esta editorial depende de ustedes. ¿Ha quedado claro?