El progreso como meta de la existencia es una creencia extendida. Buena parte de la estructura sociopolítica gira en torno a esta idea, entendida como crecimiento económico y desarrollo tecnológico. En este lúcido ensayo se cuestiona la idea de progreso como uno más de los mitos que estructuran la existencia humana. Gray argumenta cómo la fe en el progreso no está reñida con una estructura mental religiosa y, de hecho, es un derivado del cristianismo, pues fue Cristo el primer profeta que anunció el fin de los tiempos, con lo que la historia dejó de ser circular, para convertirse en una marcha hacia la salvación. Gray no teme a la incorrección política, y de ahí que afirme, por ejemplo, que los ideales del autogobierno a menudo han justificado el odio político que ha culminado en limpiezas étnicas; o que si bien la libertad se enarbola como una de las grandes aspiraciones del hombre, la historia revela que en la práctica sucede lo contrario, y que los hombres renuncian a ella gustosos para pertenecer a movimientos que den sentido a sus vidas. El silencio de los animales explora la actual crisis existencial de la humanidad con una inteligencia y valentía cada vez más difíciles de encontrar en el pensamiento contemporáneo.