Ficciones lúdicas, Jugar no se acaba nunca, es un ensayo que se desprende en ocho textos que defienden, abogan y evidencian el placer, el aprendizaje, los procesos mentales y las emociones que se desatan al jugar videojuegos. El libro contiene un prólogo titulado Amor a primera vista, en donde el autor realiza una especie de manifiesto de lo que han significado los videojuegos en su vida, recurriendo al reconocimiento de las ficciones, los retos y la retribución que generan al ser partícipe de ellos; las elaboraciones que realiza la mente cuando se es un jugador formando parte de la historia. Además, resalta la evolución y los grados de complejidad a los cuales han llegado las y los creadores de estas narrativas.