elevaba como una paloma, suave igual que el blanco armiño, se detenía en los árboles y vivía en las flores, bañándose con pétalos cuando soplaba la brisa. Se posaba como una rana verde lima, fría como la menta, junto a un charco brillante. Trotaba como un perro peludo y ladraba al oír ecos desde los lejanos graneros. Vivía en la nueva hierba de abril, en los dulces líquidos claros que manaban de la tierra con olor a almizcle