las personas que piensan así, que no reconocen ninguna dignidad como valor humano absoluto, incondicional, sino tan solo el valor de utilidad, el valor de utilidad para con una sociedad aquejada de idolatría, tales personas corren peligro no solo en su futuro –cuando se hagan viejas ellas mismas–, sino también en el presente, porque en rigor deberían abogar por la eutanasia