Tienes un odio a flor de alma, —más que de piel, de entraña—, si alma es lo que guardas en el polvo del bulto de tu cuerpo, eso que escapa poco a poco entre la coladera, junto al lodo del trapeador, los pelos sueltos en la tina, y una familia entera de hormiguitas que hacían el mandado entre las sobras del bolso del mercado.
Mauricio Coronelhas quoted3 years ago
Cantemos, hermanas, cantemos.
Hay una Ilíada nuestra: una Diosa que escucha y que contesta
Mauricio Coronelhas quoted3 years ago
Soy la roedora de cadenas, una mujer de piedra un corazón humeante. ¡Ábreme el pecho caminante,
mira por dentro la maleza
de fuego, el magma, el brillo que en mí anidan!
Mauricio Coronelhas quoted3 years ago
Hoy toca hablar del excusado:
Mauricio Coronelhas quoted3 years ago
¡Adiós, Aldonza Dulcinea, los entuertos me esperan al paso de la esquina: yo desfago los versos, tú limpias la cocina!
Mauricio Coronelhas quoted3 years ago
El hijo del Cronión y de Latona viene entrando, rugiendo por la puerta a darte el beso de la noche, el premio a tu obediencia: un semidiós en forma de marido
Mauricio Coronelhas quoted3 years ago
y tú, madona de la vida diaria, te ganas un encore, ¡otra vez! ¡otra vez!
Mauricio Coronelhas quoted3 years ago
Toda la casa es una Ilíada, es tu Ilíada, tu personal batalla contra el enemigo: tu destino de polvo, mugre y chinches, te avala el trapeador, la escoba, la cubeta, te cubre el delantal, la jerga y el plumero
Ana Saenzhas quoted3 years ago
Hasta que el canto se convierta en flor de lluvia, y limpie con su manto al mundo; cantemos, hermanas de una sola carne.
No habrá más oda que la alondra en vuelo ni más celo será la propia sombra.
Seremos lumbre, hermanas, caminaremos sobre el hielo, cruzaremos tormentas sembraremos racimos en el cielo.
Cantemos, hermanas, cantemos.
Hay una Ilíada nuestra: una Diosa que escucha y que contesta.
Ana Saenzhas quoted3 years ago
Una estirpe dormida que despierta. Soy la roedora de cadenas, una mujer de piedra un corazón humeante. ¡Ábreme el pecho caminante,
mira por dentro la maleza
de fuego, el magma, el brillo que en mí anidan! ¡Y tenme miedo!