—. Cuando fuiste en su busca para traerla de vuelta a la fortaleza, estuviste con ella. Sé que lo estuviste. Te olí en ella.
—Solo porque se sienta atraída hacia mí no quiere decir que vaya a querer seguir casada con el hombre que la secuestró.
—O que la liberó —sugirió él, lo cual me hizo fruncir el ceño—. Esa es otra forma de considerar lo que has hecho, ¿no crees? Liberarla.
Mientras contemplaba la nieve caer, pensé que esa era una preciosa versión revisionista de cómo habíamos llegado a este punto.
—Maté a las personas que ella más quería, ya sea de manera directa o indirecta. No espero ni busco su perdón, Kieran. No seguiremos como marido y mujer.
—Si tú lo dices.
—Lo sé. —Sentí ese cosquilleo en la nuca otra vez, más fuerte que antes.
Kieran me observaba con la cabeza ladeada.
—Últimamente, haces eso mucho.
—¿El qué?
—Frotar la parte de atrás de tu cuello.
¿Lo hacía? Tenía la mano cerca de la nuca, así que sí, lo había estado haciendo.
—Creo que me ha dado un tirón. —Kieran soltó una carcajada—. ¿Qué? Como si no fuera posible.
—Sí, sí. —Apartó la mirada—. ¿De verdad crees que Alastir se dejará engañar por este ardid? ¿Y tu padre?
—Bueno, para empezar, planeo haberme marchado antes de que él llegue aquí. Si es que deja de nevar. Nos marcharemos por la mañana si es posible. Sea como fuere, se lo tragarán… si soy lo bastante convincente —le dije—. Cosa que pienso ser.
Kieran me miró con los ojos entornados.
—Por favor, dime que le vas a contar a ella estos planes. Que no vas a…
—Les anunciaré a todos los presentes en la fortaleza que nos vamos a casar. Eso es solo para garantizar su seguridad mientras estemos aquí.
—Eso es astuto.
—Pero ella ya no es un peón, Kieran. Será consciente de todos los detalles de este ardid —juré.
—¿Y si no está de acuerdo con él?
Solté el aire despacio.
—Si no lo está, entonces… no la obligaré. Y sé lo que eso significa, lo que estaré eligiendo —me apresuré a decir, antes de que Kieran abriese la boca—. Así que solo tendré que convencer a Poppy de que me siga el juego en esto.
Kieran tosió una risa y no pude evitar sonreír.
—Por cierto —comentó—, tu plan es… una locura.
—Lo sé. —Seguí la dirección de su mirada hacia la nieve—. Pero no solo funcionará, sino que es lo menos que puedo hacer por ella.
Kieran se quedó callado durante unos segundos.
—Pero ¿será suficiente?
Sabía a lo que se refería. Era algo que no me había permitido pensar demasiado.