Un erotismo vital, explosivo e incontenible es lo que une los dos relatos que componen El mal mundo, un libro que explora, en un tono poético, el sexo y el amor en dos etapas muy distintas de la vida. Los dos textos narran amores cotidianos y raros, singulares y frecuentísimos. Amores que intentan abolir —desde lo muy masculino— el entendimiento del sexo y la ternura como compartimentos estancos e infranqueables. Son relatos de carne, de sexo de labios y también de amor y de amistad. Amores de homosexualidad, aunque sus protagonistas no sean homosexuales, que desbordan pasión y arrebato.