Era 1902 cuando Roberto de las Carreras volvía de un viaje a Buenos Aires y encontraba a Berta, su esposa, en la cama con otro hombre. En un Uruguay que estaba debatiendo una primera ley de divorcio, el Estado amparaba al hombre engañado si decidía matar a los amantes. Pero la reacción del autor fue la publicación de estos interviews voluptuosos en los que desafía la institucionalidad del marido y la construcción masculina toda, defiende el derecho de la mujer a la propiedad de su cuerpo, cuestiona la imposición del rol de madre y celebra la libertad sexual con un vigor erótico que supo perturbar el ambiente cultural de su época. Anarquista, feminista, excéntrico dandy, insolente incurable, las ideas de Roberto de las Carreras siguen siendo, más de un siglo después, un escándalo para la aldea.