Herodiano relata la sucesión de emperadores romanos a lo largo de cincuenta y ocho años, en los que hubo desde gobernantes serios como Septimio Severo y Severo Alejandro hasta abismos de extravagancia del tamaño de Cómodo y Elagábalo.
Como Tucídides, Herodiano (siglo III d.C.) escribe historia contemporánea, y trata de mantenerse como un testigo fiel y desapasionado de su tiempo. Muy poco sabemos de él, apenas lo que se deduce de su texto: escribe en griego y para un público griego, lo que indica su procedencia de la parte oriental del Imperio (tal vez de Siria, Egipto o Grecia), y es experto en retórica y técnica historiográfica. Junto con Dión Casio (cuya obra también se ha publicado en Biblioteca Clásica Gredos) es el único historiador de su siglo del que nos han llegado más que fragmentos.
Herodiano historia los emperadores romanos de un período de cincuenta y ocho años, los que median entre la muerte de Marco Aurelio (180) y la subida al trono de Gordiano III (238). Se trata de una época agitada, de tremendas luchas por el poder, con terribles tramos de anarquía y personajes extravagantes en el trono de Roma (en especial el sirio Elagábalo, adorador del dios solar fenicio). Comienza con el reinado del alocado Cómodo, que contrasta con su magnánimo padre, y concluye en un año en que fueron proclamados seis emperadores fugaces.
Se trata, en suma, de una época convulsa, narrada con muy buen estilo según la tradición historiográfica griega.