Aquello que convive en nuestro interior, y al que sólo nosotros tenemos acceso, siempre encontrará la forma de desnudarse frente a los otros, y lo hará. Porque, a pesar de vernos sumergidos en una soledad muy propia, siempre intentará mantenernos a flote y, en algún punto, conectados con los demás.
La complicidad de nuestros cuerpos nos delata, nos hace descubrirnos ante la mirada del otro. Porque, con el tiempo, nos hemos transformado en cómplices del silencio, a pesar de lo que nuestras voces quieran gritar. Preferimos convivir con el dolor y soportar, incluso cuando se vislumbra que no hay salida, o cuando creemos haberlo perdido todo. En La complicidad de los cuerpos, Karen M. Zárate nos acerca su mirada sobre los desafíos de un mundo que día a día sigue descubriendo. Pero, sobre todo, nos enseña a mirar con otros ojos, a descubrir el poder de las palabras, y a animarnos a abrir las alas.