Nuestro sistema nervioso nos hará ver o recrear situaciones vinculares que activen nuestros estados previsibles de estrés, porque eso nos da una sensación física de seguridad y control, cuando, en realidad, nada de eso es real. Podemos procurarnos una falsa sensación de seguridad provocando discusiones (lucha), evitando a la otra persona (huida), levantando un muro a nuestro alrededor (parálisis o bloqueo) o anteponiendo las necesidades de los demás a las nuestras (subordinación), y tender a repetir estos hábitos aunque no nos favorezcan en nuestros vínculos o vayan en contra de nuestras intenciones conscientes.