clave es confiar en lo colectivo. Confiar en que no todas las personas vamos a caer en el desánimo o en lo feo a la vez y que, cuando lo hagamos, estarán allí otros compañeros y compañeras para salvarnos de nosotras mismas, para encauzar el debate político y disolver, sin hacerlos invisibles, los dolores y pulsiones personales que lo acompañan. Estamos aprendiendo a reconocer y a tratar de curar heridas, pedir perdón y perdonar, formarnos para construir alternativa.