En esta novela todo es extraordinario. Las dos figuras centrales se afrontan ante un tablero en una memorable partida de ajedrez, a través de sus temperamentos dispares; el uno es sangre, sudor y lágrimas, el otro, ciencia, razón y revolución. Dos concepciones del mundo antagónicas e inspiradas en los principios -inmortales— ying y yang del Tao se desafían. Con júbilo y humorismo el autor nos conduce por los meandros laberínticos de aventuras de todo tipo (policíaco, político, científico) y por los caminos que desembocan en la locura o el misticismo. Premio Nadal 1982.