Al ascender a la estratósfera, Jack Hamilton miró hacia la Tierra, una enorme bola con una pequeña masa de materia incandescente que orbita a su alrededor… ¡el Sol! ¿Era acaso el antiguo universo geocéntrico en que todos los cuerpos celestes giraban en torno a una Tierra estática? Pero de pronto descubriría que lo que estaba viendo era un ojo, un ojo gigantesco en el cielo. Hamilton se encontraba atrapado en otro mundo, creado por una mente enferma. Y de este mundo no había escapatoria posible.