Pienso en mi abuela, en mis tías, en mi madre, en mis amigas, y no sé cómo empezar. No sé cómo podría convencerlas, decir algo que sea como abrazarlas siempre, inventar un conjuro, una serie de palabras que funcionen como amuleto; explicarles que ellas mismas son todo lo que necesitan para hacer cualquier cosa. Y decírmelo a mí, y creerlo.