Gabriela Wiener debutó en la poesía con Ejercicios para el endurecimiento del espíritu: un libro que recogía los aciertos de su trabajo en prosa, y que localizaba muchas de las certezas de su no ficción en la mirada lírica. La poesía de Wiener se muestra sabia en sus descubrimientos, y estalla en sus intuiciones: una poética urbana —mira el alrededor, cuenta la realidad— y salvaje, radical y llena de rabia, funámbula en su búsqueda del equilibrio. Una primera persona que recuerda, que se confiesa, que piensa sobre nuestras relaciones —el amor, la amistad, la familia: ser hija, ser hermana, ser madre—, sobre el sexo, el cuerpo, la violencia y las violencias.
«Cualquiera que se asome a este libro tendrá la impresión de que lo hace a través del ojo de la cerradura. Lo que hay del otro lado son historias trozadas que nos resultan perturbadoras, en parte porque desnudan pasiones, fragilidades, heridas a la vez familiares y extrañas, y en parte porque Gabriela Wiener las aborda con un lenguaje que no se parece a ningún otro, abismándonos a unas realidades que aun cuando parecieran develarse no acaban de entregársenos. Hay en esta poesía algo que nos remite a la ternura y la crueldad de los niños, a la insolencia y el miedo final de los adolescentes y a la infinita soledad que duerme en el fondo de la vida adulta» (Piedad Bonnett).
«Ninguna otra escritora en el mundo en español es tan furiosamente independiente y plenamente irreverente como Gabriela Wiener» (Cristina Rivera Garza).
«Seguirle la pista a Gabriela Wiener, caminar detrás de ella, soñando con alcanzarla, es uno de los pocos lujos que nos quedan» (Alejandro Zambra).