Mi jefe es un cacique que siempre quiere más poder. Y por eso pelea contra los otros que quieren lo mismo. Para él no cuenta lo que dice la ley ni lo que dicen en Morelia ni lo que dicen en la capital del país. Él hace las cosas a su modo y punto. Cobra por las siembras, pone sus fábricas, carga armas, tiene guardaespaldas y pistoleros y no se pone la mano en el corazón para amenazar, para llevarse a los muchachos que necesita para que le hagan el trabajo y a las muchachas que le gustan para que le hagan compañía, y cuando lo considera necesario, tampoco para matar. Y la gente sabe que así son las cosas, pero hay otros que han decidido que se pueden meter a quererlas cambiar. Y esto no puede ser. Queremos que nos dejen ser lo que somos.