Justino Mártir [100–162 aprox.] nació a comienzos del siglo ii en Flavia, Neápolis, una colonia romana fundada por Vespasiano en el año 72 d.C. en el lugar de la bíblica Siquem. Se consagró a la filosofía, que califica como “el mayor de los bienes”, y estudió el pensamiento de los estoicos, aristotélicos, pitagóricos y platónicos.
Convertido al cristianismo por el testimonio de un anciano, puso todos sus conocimientos filosóficos al servicio de la fe. Se instaló en Roma donde puso en marcha la primera escuela de filosofía cristiana que se conoce, dedicada a exponer la verdad evangélica según las Escrituras y conforme al testimonio de la razón; participando en numerosos debates públicos y formando gran cantidad de alumnos Denunciado por el filósofo cínico Crescente, a quien había derrotado repetidamente en debates públicos, fue conducido ante el prefecto de Roma Junio Rústico y, al declararse abiertamente cristiano, condenado a muerte y ejecutado junto con varios de sus discípulos. Las actas del martirio de Justino, que se conservan redactadas en griego, lengua en la que se celebró el juicio, constituyen uno de los más valiosos documentos de la Iglesia Primitiva.
Aunque se le atribuyen numerosos escritos, el presente volumen de la colección PATRÍSTICA incluye los dos considerados como indiscutiblemente genuinos: sus Apologías, dirigidas al emperador Antonino Pío, a sus hijos, y el Senado Romano, en las que condena la actitud oficial respecto a los cristianos, su absurdo procedimiento judicial y la falsedad de las acusaciones, a la vez que presenta de modo razonado una justificación de la religión cristiana, describiendo de forma detallada su doctrina y su culto. Y su Diálogo con Trifón, un debate con un erudito judío de ese nombre en el que perfila los puntos clave de las diferencias entre judaísmo y cristianismo. Los escritos de Justino constituyen una fuente documental preciosa para conocer la vida de la Iglesia cristiana en el siglo ii y la apologética propia de ese período.