Adelántate a lo que necesita la otra persona, haz cosas que la hagan sentir bien, aunque te parezcan una estupidez, algo indulgente o que está mal. Reserva diez minutos al final de cada día para comprobar cómo está el otro. Cinco minutos para que cada persona hable, sin ser interrumpida, de su jornada, que comente algunas cosas que le inspiran gratitud, detalles que ha tenido el otro y que le han conmovido, cosas que le hacen ilusión, que le preocupan. Y terminad siempre con un «te quiero» y un beso. Siempre