se usaron diversos tipos, desde las de oro como Tut-Ankh-Amón o la de Pseusennes I, a las de madera dorada y policromadas, a los cartonajes sobrepintados y finalmente las pinturas del rostro del fallecido de la época greco-romana, sobre una tabla que se colocaba delante del rostro momificado. La máscara trataba de conservar los atributos del difunto y quería ser una representación idealizada de las facciones del muerto.