El chileno que protesta y acalla las voces de los inversionistas y cambia la agenda política generando proyectos sociales que impactan negativamente a la bolsa se perjudica a sí mismo en su pensión. No puede tener conciencia de clase de inversionista, porque no lo es. Pero no puede tener conciencia de clase en contra de los inversionistas, porque sí lo es. Y está obligado a serlo.
Y he aquí nuestra tesis. En escenarios de esta desarticulación normativa y sin imágenes de mundo que convocar, la sociedad busca generar el espacio de disputa y conflictividad, pero entendiendo que debe discriminar. Se debe depositar el malestar en un enemigo, pero no hay claridad de ese enemigo, no están los reyes. Se sabe que la política no vale mucho, que no tiene realmente todo el poder o que ni siquiera tiene un poco de él. Entonces, se debe buscar al poderoso. Y esa búsqueda es un entramado cognitivo y político, psicológico y cultural; es una búsqueda que en su proceder solo incrementa el odio. Hay que hacer visible lo invisible. Es la búsqueda de un histérico, es la búsqueda de un desregulado.