A mediados del siglo XVIII, un hombre juega con la idea de la creación de la vida. Es cuando crece y va a la universidad, que lleva a cabo un experimento que helaría la sangre a cualquiera: dar vida a restos de cuerpos que alguna vez respiraron. Asustado por el monstruo que acababa de parir, Frankenstein huye y lo deja solo. La historia se divide en los relatos del creador y su deseo por olvidar su terrible experimento; y la historia del monstruo, a quién no se le da nombre, y su deseo por encontrarse con Frankenstein y obtener respuestas sobre su amarga existencia. A lo largo de estos relatos, un sin fin de tragedias llenarán la vida de ambos, para así llegar a un trágico final.
Considerada como la primera novela de ciencia ficción, Frankenstein logrará dividirte con diferentes sentimientos, como la tristeza, el amor, el enojo y la empatía. Por lo que llegarás a cuestionarte, quién es el verdadero monstruo en esta historia: aquel que, desconsideradamente ha creado algo espantoso, y de misma forma lo ha condenado a una vida de soledad, o aquella criatura que, naciendo “buena” (incluso haciendo mención a la Teoría del buen salvaje de Rousseau), es obligada a convertirse en ser malvado y lleno de odio, a la falta de comprensión y compasión de los humanos.