Contra poesía y después poesía que informa de los detritus de capitalismo, de las obsesiones de la sociedad de consumo disparada al paroxismo. Pereira admite que el poder de la palabra es casi letal, es un arma para dar algunas batallas, una manera de promover el incendio, de saber que el lenguaje es mediador, pero también acción, y tiene poder performático. “Palabras son conflagraciones”. Lectura que sorprende y desacomoda, atrapa, además de su sentido del humor, de su seriedad matizada por la ternura para plantear los temas más descarnados y miserables — “menos” poéticos, quizás-, su retorno permanente al meollo del fenómeno poético, su distanciamiento, casi brechtiano. Gerardo Ciancio.