Memorias del subsuelo

Les juro, señores, que ser demasiado consciente es una enfermedad, una enfermedad verdadera y plena.

posible que ya solo con su maldición consiga su objetivo, es decir, acabar de convencerse de que efectivamente es un hombre, y no el teclado de un piano.

como únicamente el hombre está capacitado para maldecir (es el privilegio suyo que más claramente lo distingue del resto de los animales),

Prueben si no a echar un vistazo a la historia de la humanidad; bueno, ¿qué ven? ¿Es majestuosa? Es posible que sí, que sea majestuosa; ya solo el coloso de Rodas, por ejemplo, ¡hay que ver lo que vale! N

Pero eso no es todo; este no es su peor defecto; su peor defecto es su permanente mala conducta; permanente, desde el Diluvio Universal hasta el período schleswig-holsteiniano de los destinos humanos. Mal comportamiento y, por consiguiente, falta de sentido común; pues es bien sabido desde hace mucho que el mal comportamiento procede, justamente, de la falta de sentido común.

porque al menos preserva aquello que es más importante y más querido para nosotros, es decir, nuestra personalidad y nuestra individualidad.

Pero yo les repito por centésima vez que hay un solo caso, solo uno, en que el hombre puede desear deliberadamente, de manera consciente, algo perjudicial para sí, una estupidez, una tremenda estupidez, sencillamente para tener derecho a desear

y como es, y no como nosotros nos la imaginamos, y que, si efectivamente nos vemos abocados a la tabla y al calendario y, bueno, también... incluso también a la retorta, qué se le va a hacer, ¡habrá que conformarse también con la retorta! Si no, de todos modos, será aceptada sin nuestra aprobación...

será posible elaborar una especie de tabla, pues realmente efectuaremos nuestras elecciones de acuerdo con esa tabla. Pongamos que un día hacen los cálculos y me demuestran que si le he hecho una higa a cierta persona ha sido justamente porque no podía dejar de hacérsela y que necesariamente tenía que enseñarle tal dedo

cual es muy posible, ya que no hay nada más detestable y absurdo que creer que el hombre jamás va a llegar a descubrir determinadas leyes de la naturaleza), es evidente que ya no existirán los llamados dese