En su juventud Lao-Tzu amaba los viajes. El sabio Hu-Ch’eng Tzu le dijo: «¿Por qué te gusta tanto viajar?». «Para mí», dijo Lao-Tzu, «el placer del viaje reside en la contemplación de la variedad. Algunas gentes viajan y sólo ven lo que tienen delante de los ojos; cuando yo viajo, contemplo el incesante fenómeno del cambio»