Y es cierto que los raspones no son bonitos, quién sabe entonces por qué a mí me gustan y siempre los ando presumiendo. Me parece que son como trofeos de patinaje, porque mientras uno se cae más veces en patines, significa que es más experto. Así es que si uno ya se ha caído lo suficiente, quiere decir que tiene menos probabilidades de andarse cayendo más. Yo me sigo cayendo igual, pero aunque existiera un menjurje mágico para borrar las cicatrices y los raspones, yo no me lo pondría.