Quienes acudan a este libro para encandilar a nuestros profesores, amigos o amantes con disquisiciones librescas adquiridas sin esfuerzo, habrán cometido un error: el ensayo de Bayard es en realidad una estimulante reflexión a propósito de qué significa la lectura. Para resolver ese enigma, se impone como tarea desenmascarar uno de los tabúes sociales más extendidos: el hecho de que en algún momento de nuestras vidas todos hayamos fingido haber leído un libro que nunca fue abierto. El autor no sólo asume con naturalidad nuestra sempiterna condición de no-lectores (por mucho que seamos devoradores de libros, el número de lecturas pendientes siempre será mayor), sino que convierte esa en apariencia vergonzante no-lectura en el núcleo mismo de la lectura y, mediante un bucle paradójico, no duda en invocar las intuiciones contenidas en libros de Musil, Wilde, Valéry, Montaigne o Lodge acerca de la fecundidad del olvido, la inconveniencia de la lectura o la capacidad creadora del lector (o no-lector). «Irónico y brillante hasta el delirio» (A. Jiménez Morato, El Duende). «El trabajo de Bayard es una alegre invitación a conocernos a nosotros mismos y a superar el miedo a la cultura» (C. Rodríguez Braun, Expansión). «Su lectura es tan sustanciosa como amena» (S. Aizarna, El Diario Vasco).