Estoy locamente enamorado de mí, hay tanto en mí y todo es tan delicioso,
cada momento y todo lo que pasa me estremece de alegría,
no sé decir cómo se doblan mis tobillos, ni dónde se halle la causa de mi menor deseo,
ni la causa de la amistad que irradio, ni la causa de la amistad que recibo.
Al subir a mi galería, me detengo a considerar si realmente existe,
un dondiego de día en mi ventana me satisface más que la metafísica de los libros.
¡Contemplar la aurora!
La lucecita hace desvanecer las inmensas y diáfanas sombras,
el aire sabe bien a mi paladar.