La mayoría de la gente pensaba que el amor era una recompensa, pero yo no me tragaba eso. Había visto a mi madre querer a mi padre durante años, y de ahí no había salido nada bueno. El amor no era una bendición, era una maldición, y una vez lo invitabas a pasar a tu corazón, solo dejaba cicatrices de quemaduras.