Una niña en «el cuarto diurno de los niños» (porque también hay un «cuarto nocturno de los niños»), un sitio lóbrego e inhóspito en una casa estrecha en una calle estrecha… pero en el elegante barrio londinense de Mayfair. La madre, hija de un médico rural de la isla de Jersey, se llama Amabel, pero todo el mundo la llama «Pluma». El padre, sobrino de un lord, ha desarrollado un «ingenioso y minuciosamente pormenorizado método para vivir del aire». Pero, cuando el padre muere, ¿qué será de ellas? ¿Cómo podrá sostener la viuda su rutilante tren de vida? ¿Cómo podrá la niña, «esa otra calamidad» olvidada en el piso de arriba, salir adelante? Un enigmático marqués, admirado y temido en todo Londres, con fama de perverso (aunque él dice no saber «exactamente qué es la perversidad»), acudirá en su rescate… y establecerá un complejo entramado de relaciones con madre e hija lleno de secretos y malentendidos. Frances Hodgson Burnett escribió El señor de la casa de Coombe en 1922, volviendo la vista a un mundo donde «la gente todavía tenía motivos para creer en lo permanente» pero en el que, como se refleja explícitamente en la novela, se incubaban las tensiones que llevarían a la Primera Guerra Mundial.