El cielo de la selva

se viene a morir, a la vida me refiero, y a la selva también

La naturaleza de la muerte es una para todos, es un idioma común de las especies.

hombres matan hombres pero los perros no matan perros y eso los hace mejores como especie, más dignos de un paraíso.

ni aguantar el dolor de los pujos, ni que al final las mandíbulas de la selva se llevaran lo que por derecho era suyo, sangre de su sangre, carne de su carne, olor de su olor

porque los hombres envejecen más lento que las mujeres, porque los hombres no menstrúan, no paren ni crían, sino que la naturaleza es bondadosa con ellos

Pero en la hacienda la juventud se medía por la capacidad de traer crías al mundo

Aquí no somos carniceros sino sobrevivientes, rezamos padrenuestros, aunque el resultado sea la misma mierda pa’ todos, pensaba Santa con ironía

Por qué carajo le han gustado siempre las locas.

Al menos él no sueña con comerse a uno de los niños. Un pedacito de carne, solo un pedacito, le había dicho Santa aquella vez, como si no quisiera decir nada, pero con los ojos ansiosos y la boca llena de saliva. Desde entonces la ha visto relamerse. La ha visto ocultar su secreto.

Bastó que la madre lo mirara con aquellos ojos famélicos, cansados ya de esperar, para darse cuenta de que nada podía hacer, que estaba abandonado a su suerte, y que simplemente iban a canjearlo por un pollo o un jabato.

Había llegado su momento.