Venus entristecida —las lágrimas le enturbian la lumbre de sus ojos—,
le dice: «Tú, que el mundo de los dioses y los hombres
gobiernas con tu eterno poder y aterras con tu rayo,
[230] ¿qué delito tan grave han podido cometer contra ti
mi hijo Eneas y los otros troyanos para que tras sufrir tantas desgracias, se les cierre
todo el orbe por su empeño de poner pie en Italia?